Muchas veces nos hemos preguntado cómo es posible que los finlandeses sean tan buenos pilotos. Cuando hemos salido varias veces con nieve comenzamos a comprenderlo.
Pilotar sobre nieve requiere que saquemos el mejor piloto que llevamos dentro. Es una mezcla de pilotaje sobre barro y sobre arena. Requiere un tacto de gas exquisito, la máximo suavidad o las derrapadas serán continuas e incontrolables y, en vez de tener una trayectoria continua, será llena de eses y errática, es decir, poco efectiva.
La concentración en nuestros movimientos y en los cambios del terreno debe ser constante. Incluso la más pequeña piedra oculta bajo el manto blanco nos puede provocar una deslizamiento de la rueda inesperado. Hay que "sentir la rueda trasera" cada instante, como dicen los trialeros "tener la rueda en el puño".
Por tanto hay que olvidarse de estridencias y golpes bruscos de gas, incluso resistir la tentación si vemos un sitio donde dar una bonita derrapada, el que esto escribe tiene un recuerdo ya permanente de ello, en el dedo meñique izquierdo de su primera salida en nieve.
Por otra parte, el gas deberá ser constante, la rueda delantera tiene que ser "empujada" de en todo momento. Para ser más claros, es como si fuéramos creando una nueva, estrecha y profunda rodera, tenemos que tener en cuenta que si en ella cortamos gas, la dirección empezará a dar bandazos incontrolables y acabaremos cayendo.
El peso deberá estar ligeramente retrasado y con los brazos estirados, como en arena y barro, para favorecer la tracción y aligerar el tren delantero. El freno delantero pasará a un lugar secundario, ya que la rueda delantera puede clavarse en la nieve y saldremos por delante del manillar. Si la nieve está virgen, muchas veces el cortar gas ya nos frenará.
La presión en las estriberas debe ser constante, con especial atención a la estribera exterior cuando se produzcan deslizamientos de la rueda trasera, de ese modo aumentaremos la tracción.
Tener en cuenta que según avanzamos iremos creando nuestra propia rodera, ¡tan estrecha como nuestro propio neumático! Por tanto intentar girar de golpe casi equivaldrá a una caÃda. Es una sensación curiosa, casi como si una mano invisible y gigante nos diera un manotazo.
Deberemos prestar especial atención a las placas de hielo (a veces ocultas por la nieve), que pueden haber sido formadas por el deshielo y posterior helada o, por la compactación de la nieve con el paso de vehÃculos. Otros obstáculos como piedras, troncos, etc. con la nieve se vuelven muy resbaladizas, por lo que habrá que tenerlo en cuenta al superarlos.
Por otra parte se disfruta mucho, el paisaje es precioso. Hasta nuestro recorrido más habitual y trillado nos puede parecer único y distinto, por fácil que sea. Una experiencia que todo endurero debe probar y, si puede, repetir en muchas más ocasiones.
Respecto a la conducción con clavos, no es frecuente en nuestro paÃs, por razones obvias, solo es recomendable si todo el terreno sobre el que se va a correr o rodar es blando.
Sin embargo es algo habitual en las carreras de los paÃses nórdicos, donde se preparan las motos a conciencia, con cubremanetas mayores, placas de teflón o plástico rodeando el carburador para que el aire entre a mayor temperatura en el filtro de aire, incluso puños calefactables, etc. pero todo ello resulta anecdótico para nosotros.