La moto, de por sí, con la técnica adecuada y un buen reparto de pesos de nuestro cuerpo es capaz de bajar por lugares que nos daría casi miedo bajar andando.
La posición básica es con el peso situando lo más atrás posible, mejor de pie, para amortiguar mejor los movimientos de la moto. Así la horquilla irá más extendida y el amortiguador trasero más comprimido, lo que nos facilitará la bajada. El cuerpo y las piernas formarán entonces casi un ángulo recto. Con el tronco casi paralelo a la moto. De ese modo nuestro tacto sobre los frenos será mayor, además nos permitirá llevar los brazos estirados sujetando mejor los posibles bandazos del manillar al dibujar las irregularidades del terreno.
Hay que saber leer el terreno, ver dónde se puede frenar y dónde no. Cual es la parte de terreno más deslizante o con tierra y piedras sueltas. Lo más importante es que la moto esté siempre bajo control, que podamos detenerla si lo deseamos.
Recordad siempre que bajando, no es lo mismo sujetar el manillar por ambos lados con los brazos extendidos, como si fueran de una sola pieza, que llevarlos flexionados, donde un golpe con una piedra o una rama, nos puede hacer girar de modo brusco y desequilibrarnos.
Si la pendiente es muy inclinada, se debe frenar mucho en la parte de arriba. Observar dónde se puede frenar y dónde no, para que la moto no se embale sin control. Cuando nos encontramos con tierra suelta, allí no podemos frenar, las ruedas pueden bloquearse y si se gira la moto caeremos. Hay lugares donde por mucho tacto que tengamos, no se puede frenar, tales como hierba húmeda, roca lisa, raíces mojadas, arena suelta o tierra batida.