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El espíritu endurero (I)

En este artículo queremos rendir homenaje a algo muy común para todos: El espíritu del endurero, ese que nos hace inasequibles al desaliento, que nos impulsa a seguir adelante con más ímpetu cuando más se complican las cosas. El mismo que nos hace estar pendientes de nuestros compañeros en cada tramo complicado.
El espíritu endurero (I)
El espíritu endurero es algo único que nos marca para siempre.
Una vez se ha apoderado de nosotros, casi sin darnos cuenta, cuando viajamos, se al lugar que sea y en todo tipo de medios de transporte, además de observar el paisaje disfrutando más de cada detalle, nos sorprendemos imaginando trialeras y sendas reviradas en las que disfrutaríamos a lo grande en nuestras jornadas endureras. No podemos evitarlo, estamos atrapados.

A lo largo de nuestra carrera "endurera" es posible que vayamos cambiando de compañeros de salidas o de carreras, pero siempre encontraremos gente de lo más especial.

En eso se diferencia mucho el enduro de muchas disciplinas deportivas, aquí siempre encontrarás una mano amiga, que te ayude incluso aunque no lo conozcas. Que te eche una mano en una trialera en la que te has quedado atascado, que te anime cuando tus fuerzas digan basta e incluso se ofrezca a acompañarte el resto de la jornada e incluso de la carrera.

Al final se sellará la nueva alianza, habrá un abrazo, un apretón de manos y un intercambio de teléfonos que tal vez nunca marquemos, pero, si volvemos a vernos, seremos amigos y camaradas como el primer día.

Todos somos muy distintos en nuestra vida personal o profesional, pero estas cosas van dejando poso en nuestro carácter. La camaradería, el espíritu de lucha, de superación y de crecernos ante dificultades que, más que un freno, suponen un aliciente para nuestro espíritu endurero.

Ante un obstáculo la mayoría de la gente ve una barrera, algo que le impide el paso. Un auténtico endurero ve un reto, un objetivo o más bien una meta que superar y vencer proporcionándole no solo un gran incentivo, sino una inmensa satisfacción personal que, aunque nadie sea testigo de ella nos da lo mismo.

Cuántos de nosotros no hemos pensado, atascados y cansados en una trialera hemos pensado: ¿pero que hago yo aquí sufriendo, cuando podría estar tan cómodo en mi casa? pocos minutos después, recuperado ya el resuello, la miramos desde arriba pensado: "tampoco era para tanto" La hemos vencido, vayamos a por lo siguiente.

Por supuesto este tipo de pensamientos jamás los revelaremos en público, ni siquiera a nuestros amigos, es más, si hemos acabado de subir y alguno comete el error de hablar de la dificultad, enseguida saltaremos sobre él: ¿complicada? anda ya quejica, ya estás mariconeando, aunque para ti haya sido el paso más difícil en mucho tiempo.

Da igual, basta que alguno de tus compañeros tenga problemas para que algo dentro de tu cerebro active fuerzas desconocidas y te haga superar el obstáculo. Eso vale más que muchos CV y entrenamiento.
El espíritu endurero (I)
Esto resulta difícil de comprender a mucha gente, recuerdo que hace mucho, cuando "volví a empezar" llegué a casa de mis primos después de terminar una ruta endurera, cubierto de polvo y barro, casi irreconocible y mi prima, que por cierto, aunque ella no lo sepa tiene un espíritu de lo más endurero, me dijo: ¿pero... y eso te gusta?

La respuesta ya la conocéis, cuanto más sucio vayas es que te lo has pasado mejor. La misma cara de incredulidad nos puso un día un gasolinero, ya de noche, cuando llegamos al surtidor tras una agotadora y maravillosa jornada rodando con nieve muy por encima del eje: - Si lo tuvierais que hacer por obligación no os gustaría tanto-


¡Qué equivocado está, se nota que no es de los nuestros! En cierta ocasión, hace ya bastantes años, corrí una carrera del nacional en Guadalajara, lo hice una moto, por aquél entonces, poco apta para mis características físicas y de pilotaje.

Tanto su peso como su fiabilidad hicieron mella en mi autoconfianza y mi capacidad de pilotaje, había días que iba genial con ella, pero otros era un desastre, pero volvamos a la historia que pierdo el hilo.

Tras los nervios iniciales, producidos en parte porque alguien, una mano de esas oscuras que mueven los hilos del poder para fastidiar a nuestro deporte, ordenó a la Policía Judicial a pedirnos la documentación mientras íbamos tomando la salida.

Me puse muy nervioso y en los compases iniciales de la carrera me impuse un solo objetivo: sobrevivir, el resto de la carrera, falto de forma física y con muchos nervios, me la tomé como una salida de fin de semana, al fin y al cabo iba a divertirme, no a intentar ganar en el scratch.

Durante el rally me equivoqué en una zona y tomé el cauce seco de un arroyo, lleno de cantos rodados, en vez de seguir en camino paralelo. Cuando ya estaba metido me di cuenta, vi pasar a varios pilotos metro y medio más arriba y me di cuenta de mi error. Tal cosa sirvió para desconcentrarme y me caí. En ese momento pensé: - Estoy solo, si me pasa algo aquí me quedo -. Justo en ese momento la voz de un piloto me dice desde arriba: - ¿Tienes algún problema? ¿necesitas ayuda? Me equivoqué, no estaba solo, en ningún momento.

Un piloto anónimo, había detenido su carrera para ayudarme sin otro interés. En el enduro todos somos camaradas y compañeros, aunque no conozcamos nuestros nombres. No eres un dorsal anónimo, en ningún momento.

Hay otros compañeros que vamos conociendo, muchos se quedan, incluso entran en nuestro círculo de amigos para siempre. Los hay que incluso alcanzan proporciones míticas, una admiración que nunca reconoceremos en público, pero está ahí, muy dentro de nosotros.El espíritu endurero (I) Como hoy toca confesarse daré un repaso a los míos, aunque se me quede alguno perdido entre los bits, no sé si de mi memoria o de mi ordenador.

En primer lugar están los hermanos Mateo, muy conocidos y apreciados en la Copa TT Cuatro Estaciones que corrieron hace años. Empezaremos por "el Chiquitín" a quien conocí muy joven y puedo acusar como culpable de volver al mundo del enduro 20 años después de haberlo dejado.

Un piloto técnico, impecable incluso en su equipamiento, con mucho espíritu de lucha, capaz de animar o picar a quien haga falta para superarlo todo. Con Luis Manuel he vivido intensas aventuras endureras, una y otra vez me arrancaba aquéllas XR y KLX a las que mi 1,67 cm no permitía arrancar como debiera cuando me flaqueaban las fuerzas.

Diversas lesiones y también la crisis económica le obligaron a abandonar el enduro. Siempre le echamos de menos. Luego está Antonio, fiel camarada de mil y una aventuras en el asfalto, donde éramos los reyes, todo hay que decirlo, donde nació una competitividad que, como no podía ser de otro modo, llevamos al enduro.

El enduro con Antonio Mateo siempre tuvo un gran aliciente, si él sube... yo más y mejor. Bastaba que uno de los dos fallase en un punto para que el otro se creciera y sacara fuerzas y habilidad de cualquier parte. En nuestra cabeza siempre había lo mismo: ¡Te vas a enterar! La vida y el destino le han llevado lejos del enduro, al otro lado del mundo, donde siempre sueña con algo que acabará consiguiendo.: ¡volverá ha hacer enduro!

CONTINUARÁ...

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