Acababa de terminar el Toni Soler, nos dirigimos a repostar, y también a comer, a la gasolinera, justo donde se encuentra el Museo de la Moto de Basella. Al observar desde la puerta la recién inaugurada exposición de motos españolas (Bultaco, Montesa y Ossa) de todas las épocas, no pudimos evitarlo y a pesar de que ya eran las 4 de la tarde, la comida pasó a segundo plano.
Cuando íbamos a entrar nos encontramos a Narcís Casas, uno de los más carismáticos endureros de nuestra historia. Ex-piloto de Bultaco, fundador y ex-socio de Gas Gas y Hebo.
Tan amable como siempre, charlamos un rato con él, como no de motos y además de enduro, y le pedimos que si le podíamos hacer una foto con "su moto". Como esperábamos, accedió encantado.
De repente, sin haberlo planeado, nos encontramos visitando el museo con un guía excepcional. Narcís, con un entusiasmo propio de quien disfruta en la vida de todo lo que hace, nos fue acompañando moto tras moto, deteniéndose en las más emblemáticas para él, todas ellas Bultaco, salvo una, su primera moto de enduro: una Montesa Cota 247, la de tambores grandes, con la que corrió sus primeros enduros. Tan espectaculares fueron sus resultados con "una moto de trial", que Don Paco Bultó no tardó en ficharle para su escudería.
Fueron años de grandes carreras, con mas ilusión que medios, en los que Narcís Casas, siempre acompañado por Jose Mª Pibernat, se ganó un apodo, O’Rei, que pudo mantener hasta que una inoportuna lesión en una pierna le apartó de las carreras. Sus resultados fueron siempre excelentes, incluso cuando se decidieron a dar el salto al Campeonato Europeo (antes no había mundial), en unos terrenos muy diferentes de los nuestros.
Cuando fuimos a hacer la foto, Narcís no lo dudó ni un instante, "SU MOTO", la que más le gustó sin duda fue la Bultaco Frontera MK-11, la Frontera azul, con la que también corrió el desaparecido Toni Soler. Por cierto, también era mi enduro preferida, pero no me lo podía permitir.

Viendo cómo eran aquéllas motos, en un principio derivadas de las motos de carretera, uno no deja de preguntarse cómo se podía ir tan rápido con aquellos frenos de tambor, aquéllas suspensiones primitivas, con un diámetro de barras de 38 mm. La respuesta todavía puede verse en los ojos de nuestro acompañante, con la auténtica pasión de los que vivimos intensamente nuestro deporte, ya fuera en 1965, 1975 o en nuestro 2009. Sigue siendo la misma.
Muchas gracias Narcís por este recorrido por la historia de nuestro enduro.